miércoles, 13 de enero de 2010

A nosa obra de arte






Temos a satisfacción de presentar a nosa obra de arte é dicir, que (inda que non sabemos por canto tempo) temos a fortuna de poder expola entre obras de Lugrís, Picasso, Miró, Dalí,Manuel Vilariño, Laxeiro...
Exposición vangardista que paga a pena ver, Caixa Galicia en Santiago de Compostela.





Empezamos encendiendo dos cerillas y apagándolas, así, por tontería. Pero esto cogió fuerza y proseguimos, día tras día. Quedábamos para ello. ¿hoy puedes? Sí, si claro. Se estaba haciendo algo imprescindible y, de hecho, se hizo. Comenzó a ser una costumbre.
Recuerdo un día… "¿y tú, que sueles hacer por las tardes?" todas ocupadas, le respondí a un tipo que pretendía ligar conmigo. Y sí, todas ocupadas, era la motivación cuando me levantaba y cuando me iba a dormir,¡mañana compraré tres cajas más! Era costumbre institucionalizada ya, como el café pero más barata. Nos salía, entre las dos, muy bien de precio.

Además, luego llegaron tus amigas. Al principio, nos miraban como locas y recuerdo que, después de venir por primera vez a tu casa, no regresaron en mucho tiempo, se fueron asustadas y no me extraña, ese día ¡consumimos dos cajas en menos de una hora!

A mí me gustaba mantenerla encendida hasta que el fuego casi llegaba a mis dedos, el fuego atrapaba mi vista. Tú, sin embargo, tenías una filosofía más sistematizada, encendias-apagabas-encendias-apagabas... Un día nos aburrimos de todo esto, no te dije nada pero me dieron ganas de llorar. Aunque parezca una tontería era una ilusión que nos atrapaba. Pero luego se te ocurrió aquella brillante idea, introducimos un elemento nuevo: el vaso de agua. Aquel vasito de tintes violáceos que te había regalado con una vela dentro, la vela ya no estaba, se había consumido. Entonces, comenzamos a encenderlas y tiralas en el agua, aquel ruído…aquel ruído al contactar el fuego con el agua, polos contrapuestos. Por aquel ruído no sabíamos si, el fuego quemaba al agua y el agua se dolía o si, aquel agua abducía al fuego, lo tragaba y sumergía en un espiral invisible, en un vacío irrevocable, el mismo que sentí yo cuando me mudé a Barcelona y ya no pude encender más cerillas a tu lado, y ya no quise prenderlas sola. He aprendido que una cerilla tiene su función y que yo sola no alcanzo a descontextualizarla.

martes, 5 de enero de 2010

He aquí una paradoja

He aquí una paradoja:

El dinero es lo que menos vale del mundo.

domingo, 3 de enero de 2010

Feliz año a todos

No hay una canción tan empática como esta, reproduce exactamente lo que yo pienso cada vez que escucho la original. Feliz año,que venga con humor.