Era un banco ruinoso, estaba cerca de ese sitio de rock que a ti te apasionaba, siempre que podías nos metías en aquel antro. El primer día que me llevaste allí, acabábamos de conocernos, pensé que estabas loca. ¿un banco? ¡a quien se le ocurre!
Después era el único lugar donde me sentaba con conciencia de hacerlo, digamos que me sentaba bien sentarme allí. El problema más crítico se presentó cuando un cartel nos robó el "sofá" durante cuatro horas, “Pinta”. Entonces nos sentamos alrededor del susodicho, como haciendo guardia hasta que nos cansamos y decidimos irnos para volver, por supuesto, al día siguiente.
¡Mira Juan!
¿Que, que?
El banco…
¿Que le pasa?
Ya no tiene la tercera tablilla rota, ni nuestras firmas...
¡Está impecable!
¿Que hacemos?
Nos sentamos, respiramos hondo. Había que volver a empezar de cero.
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