miércoles, 31 de marzo de 2010

Los tiempos del Pasatiempo

Muchos han sido los gallegos que han hecho las Américas, pero sólo los hermanos Juan y Jesús García Naveira han dejado huella en Betanzos. Y una huella honda, fruto de una historia de dos comerciantes liberales que hicieron fortuna en Argentina para luego implicarse en el progreso de su ciudad natal.

Dentro de la corriente modernista que recorría Betanzos entre finales del siglo XIX y principios del XX, se encuentran las obras de estos dos filántropos: el antiguo asilo, las escuelas, el refugio, el lavadero de Las Cascas y el Pasatiempo.

Denominado “parque enciclopédico de Betanzos” por Luís Seoane, el Pasatiempo es una obra artística iniciada en 1893 que alcanzó su máximo esplendor en los años veinte, llegando a ser referenciado en las guías turísticas europeas del momento.


El proyecto y dirección estuvo al cargo de Juan García Naveira, quién invirtió una extensión de 90.000 metros cuadrados para representar lo que había visto en sus numerosos viajes por el mundo. El jefe de obras fue Francisco Sanmartín Murias, mientras que determinados trabajos decorativos quedaron al cargo de técnicos artesanales portugueses. Esta obra llegó a tener a su servicio más de doscientos jornaleros diarios.

Así, y como por arte de magia, los viejos juncales de la “huerta de Don Juan” se transformaron en jardines cercados por verjas preciosistas, presididos por dos leones de mármol de Carrara (en la actualidad situados en la entrada del Santuario de Covadonga en Asturias), poblados de fuentes (de Cupido, Florentina, Neptuno, las cuatro estaciones y la agricultura), grutas, laberintos y estanques con tintes históricos y mitológicos.







Incluso, llegó a disponer de un zoológico con lobos, cisnes, ocas y patos, para el cual el rey Alfonso XII donó gamos y ciervos de los cotos reales. Además el parque zoológico se completaba por representaciones realistas de dromedarios, hipopótamos, rinocerontes entre otros muchos.

“Los hermanos García Naveira hicieron mucho por Betanzos, en cuanto al Pasatiempo, eso para la época era impresionante, porque no había otra cosa. ¡Fue la primera vez que se empleó cemento en Galicia!, Ahora es muy difícil imaginar lo que había porque para lo que queda, está mal cuidado, dice Amalia Arias, betanceira de 87 años.

Y es que no queda nada del estanque decorado con los bustos de los 265 Papas, de los doce emperadores o de los literatos universales. Tampoco existen ya, las pagodas chinas. De las fuentes, solo podemos contemplar dos -Las Cuatro Estaciones y la Agriculura- y por fortuna, quedan restos de diversos referentes didácticos como el relieve del fusilamiento de Torrijos o del circo romano. También permanece la pirámide de Egipto, la muralla China, el obelisco argentino de la avenida 9 de julio y los escudos de sus provincias. Sin olvidarnos del árbol genealógico del capital, del estanque del Retiro o de la mezquita de Mohamed-Ali.






Los jóvenes brigantinos son los que menos valoran este gran parque inspirado en los jardines del II Imperio Francés, ya que hoy es prácticamente imposible imaginar su grandeza y pensar, que donde está ahora el campo de fútbol y la piscina de Betanzos, había una casa-taquilla para poder visitar el canal de Panamá, observar desde el mirador Chinesco o conocer un jardín dormitorio y comedor.



Sólo la estatua de los hermanos García Naveira, situada en la plaza que lleva su nombre, nos lo recuerda, mientras que Jesús señala hoy hacia la estatua de la caridad (antes estaba en el mismo Pasatiempo señalando al asilo), Juan escucha las suplicas de un anciano hambriento amantado por su hija que sostiene, ante sus labios, un auricular telefónico. La respuesta a esos ruegos: el asilo. Y para muestra un botón: la recaudación de la entrada al Pasatiempo iba destinada a financiar los gastos del asilo.



Pero la causa que llevó a este parque a la ruina fue el abandono después de la guerra civil de 1936 a pesar de la campaña por la recuperación que hizo Adelpha A Coruña en 1981.






Y aunque llegó a ser mencionado jardín de interés nacional, los Brigantinos anhelan la restauración del romántico Pasatiempo, como muestra Olga Rega Sánchez, betanceira de 21 años: “Me gustaría que se reconstruyera lo que algún día llegó a ser una especie de paraíso, aunque sé que valdría mucho dinero y esto llevaría a la eliminación de la piscina y el campo de fútbol. Esto le daría mucho a Betanzos, aunque me conformaría con que estuviera bien cuidado”.

Ahora, sólo queda imaginar lo que fue un mundo contenido en un jardín y del que sólo quedan algunos países.
L.A.A.

martes, 23 de marzo de 2010

AXÓUXERE

Un neno que perde a vontade por xogar
xa non é un neno.

A masificación indeleble que tapiaba
a bela arquitectura agora fraguada por cartos.

Un neno que perde a vontade por rir
xa non é un neno.

Todo canto había ficaba sostido por os fíos
duns intereses comerciais que deixaban o arte
en pelotas.

Un neno que perde a vontade por observar
xa non é un neno.

Aquilo xa non era arte, aquilo eran pedras
desgastadas polas pegadas da xente.

Un neno que perde a vontade por aprender
xa non é un neno.

Aquilo xa non era como un axóuxere para un neno
aquilo era o ruído e a axitación molesta
do ir e vir das miradas a cobro revertido.

martes, 16 de marzo de 2010

Betanzos chora bágoas de pedra

Coma unha ferralla que perdeu todo o seu creto, Betanzos chora bágoas de pedra.A capital do gótico galego vaise derruíndo progresivamente e en parte, e vana derrubando. Así, o seu casco histórico vai ficando niso, na historia, só dispoñibel nos libros.

Non é raro xa, oír que caeu unha casa do casco vello nesta antiga provincia do Reino de Galicia, como sucedeu fai uns meses ou que a baranda modernista que envolvía o palco da música foi derrubada. Aínda si agudizamos un chisquiño máis a memoria, comprobaremos que a casa máis antiga desta cidade foi tirada abaixo polo seu propietario e que o Alfonsetti, o cine máis antigo de España, que xa pechado ficaba no abandono e veuse envolto en chamas fai catro meses.

Paradoxalmente, nadie fai nada e paradoxalmente, non parece cuestión de cartos pois recentemente, se mudou o mobiliario urbano, púxose na praza principal un mupi e construíronse unhas terrazas de Madeira que tapan os soportais románicos, claro que os bares dan moitos cartos e a arte románica semilla que non tanto.

Betanzos, cae sen que nadie o evite.

martes, 9 de marzo de 2010

Memoria involuntaria

"En el mismo instante en que ese sorbo de té mezclado con sabor a pastel tocó mi paladar... el recuerdo se hizo presente... Era el mismo sabor de aquella magdalena que mi tía me daba los sábados por la mañana. Tan pronto como reconocí los sabores de aquella magdalena... apareció la casa gris y su fachada, y con la casa la ciudad, la plaza a la que se me enviaba antes del mediodía, las calles..."
(Por el camino de Swann dentro de En busca del tiempo perdido de Proust)


Caminaba entre aquel escenario barroco,
como si de un teatro, a punto de dar luces
a los actores para que empezaran la dicción,
se tratara.

Algo hizo que el corazón permaneciese en sístole
por un segundo eterno. Se detuvo. Una lágrima
se escapó de su ojo derecho, directo a la barbilla
y luego al cuello y del cuello a la evaporación.
Triste destino.

Era ese olor, cerró los ojos. Un recuerdo, un recuerdo
impertinente que la mantuvo paralizada, inerte y que por un
momento consiguió detener el tiempo. Era como si una flecha
la hubiera atravesado de lado a lado, flecha que no podía
extraer para comprobar de donde venía la herida.

Ese olor despertó en su mente un instante, algo ya vivido.
Algo que le punzaba pero al tiempo, le hacía cerrar los ojos
y querer agarrarse a ese instante que no acababa de recordar.

Una tarde, una tarde en la habitación de los juguetes, sobre una manta
de lana, una manta de lana que olía a colonia de bebé. Su madre se
sentó a su lado, muy cerca, compartiendo un juego, se trataba de construír
con pequeñas piezas una gran fortaleza.

De unas pequeñas piezas, se construía
una gran pieza. Igual que desde un olor, alcancé a reconstruír aquel instante
tan feliz en el que la lluvia golpeaba las ventanas mientras que mi madre
me protegia enseñandome a jugar, a construír una gran pieza de unas pequeñísimas piezas.

Algunos lo llaman memoria involuntaria, no sé hasta que punto es involuntaria
ni si el recuerdo que me vino a la memoria será verídico. Pero me paralicé ante
el escenario barroco y quise permanecer en él sin éxito, se apagaron las luces, terminó la busqueda de un tiempo perdido.