Se sentía incomprendida, creía que sus sentimientos eran incapaces de ser entendidas por el resto, resto que era la masa, que no comprendía, que no sabía, que no pensaba, que no... que no se distinguía. Ella se creía distinta y esa conciencia le dolía cuando chocaba con el mundo y se aferraba a la incomprensión.
Se dejaba llevar por sus sentimientos, por lo puramente interior, por impulsos. No razonaba, a veces no razonaba, se empecinaba en encerrarse en una tortuosa naturaleza, donde hace frío, donde la naturaleza es oscura y el cementerio le hace pensar qué sentido tiene la vida, vida en la que sus ansias de felicidad se veían frustradas. Imaginaba entonces, otro mundo hecho a su medida, un mundo en el que se evadía cada vez que las ideas de suicidio rondaban su cabeza.
No se contentaba, no era feliz, nunca lo sería...
Quizás lo mejor sería ser masa y olvidarse de todo, tocar la falsa felicidad rechazando sus ideales. Pero no, eso nunca.
La encontraron, a la mañana siguiente. Tumbada en la cama...

1 comentario:
friedrich recordame que..
e o peor dun romántico é cando se da conta de que é moi complexo atopar o romanticismo no arredor, nunha maraña de lugares onde non hai nada, nada... e cando hai algo, é para recordarche que cada vez haberá menos.
eu tamén lle chamo romanticismo a tirar pedras ás ventás.
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